La naturaleza y el sur de Chile son la inspiración de Cristián CamposMelo, fotógrafo ambientalista que lleva más de 20 años retratando los fenómenos naturales más alucinantes en nuestro país y el extranjero.

Desde hongos hasta aves con increíbles plumajes, la fotografía de Cristián mezcla la curiosidad por la ciencia, el activismo medioambiental y un cuidado ojo estético que vale la pena mirar.

¿Cómo partiste en la fotografía? ¿Siempre quisiste ser fotógrafo?

Mi primer acercamiento serio a la fotografía fue en la universidad. Soy periodista, y en la universidad tuve clases de fotografía análoga, con revelado y cuarto oscuro. Ahí tuve mi primera cámara con rollo, y así empecé a hacer mis primeras fotos, que eran de corte documental, en blanco y negro. Más que hacer fotografía, me parecía fascinante el tema del revelado y creo que ahí se despertó en mí algo que nunca había sentido antes, la fascinación de componer o crear imágenes a partir de cómo veía la luz.

Cuando la fotografía se transformó realmente en una pasión fue entre el año 2001 y 2009, trabajando en el diario La Tercera, en esa época los periodistas cuando salían a reportear lo hacían con fotógrafos, y a mi me tocó viajar mucho con grandes de ellos. Entre nosotros la conversación siempre giraba en torno a las fotografías, la técnica, y me empecé a contagiar con el tema de la foto, siempre de corte documental.

Eso llevó a que yo, estando en ese diario, decidiera estudiar foto en la Universidad Católica de manera formal, para poder entender hacia donde quería encaminar esta inquietud que estaba naciendo.

¿Qué te inspiró a empezar a fotografiar la naturaleza?

Desde chico he tenido una relación estrecha con la naturaleza porque soy del Sur de Chile. Nací y me crié en Valdivia. Desde niño, todos los fines de semana iba al campo, y esto me llevó a estar siempre conectado con los fenómenos naturales, con la observación de las cosas que ocurrían a mi alrededor, con el bosque, con el mar.

Pero mi conexión con lo visual se hizo cuando me fui de La Tercera el año 2009, y decidí armar una productora y agencia de comunicaciones, junto con mi socia Andrea Obaid, periodista científica chilena. La productora se llama Neurona Group, con ella empezamos a desarrollar proyectos audiovisuales, series de TV y documentales relacionados con temas científicos, y esto nos llevó a viajar por muchos lugares de Chile y Latinoamérica buscando proyectos científicos.

Ocurrió que gran parte de estos proyectos tenían que ver con fenómenos que ocurren en la naturaleza, desde eclipses, hasta cosas producidas por el cambio climático. Así, de manera muy natural empecé a fotografiar lo que veía en la naturaleza mientras grababa programas de TV, y ahí empezó la verdadera conexión con el tema de la naturaleza.

Más allá de algo bello, empecé a hacer fotos de cosas que me parecían curiosas, yo quería encontrar respuestas de por qué ocurrían, por ejemplo, con los eclipses. Más allá de que me parecían fenómenos espectaculares, quise fotografiarlos porque quería entender por qué o cómo ocurrían estos fenómenos. Lo mismo con las aves, siempre mi mirada ha sido estética pero muy relacionada con el contenido, lo documental.

¿Has tenido algún logro personal que te ha hecho sentir orgullo del trabajo que haces con la fotografía?

Sí, el primero, del año 2010 o 2011, cuando gané el primer premio en un concurso de fotografía ambiental organizado por Galería Animal y Radio Zero. Esto me llevó a exponer ahí y con eso logré empezar a hacerme más conocido, dentro de un mundo de fotógrafos que estaban orientados a generar conciencia ambiental con sus fotografías.

Y este año saqué el tercer lugar del concurso Ladera Sur, de fotografías de hongos, quizás el más masivo y competitivo en el que he participado. Hay muy buenos fotógrafos del mundo fungi en Chile y el jurado también era muy exigente. Saqué el tercer lugar de cerca de tres mil fotografías que compitieron.

Háblanos de tu serie de fotografías de acercamientos a hongos, aves y otros habitantes de la naturaleza ¿Qué es lo que más te maravilla de esos detalles?

Siempre me he definido como un fotógrafo muy técnico, me gusta mucho la técnica de la fotografía, entender cómo se hace una foto. Más allá del resultado me gusta el proceso, me gusta mucho tratar de sacarle el rollo a las cosas. En ese sentido, la fotografía macro exige mucha paciencia, entender cómo se hace, qué equipos utilizar, donde el 50% de la fotografía se hace en terreno y el otro 50% se hace en postproducción, trabajando con programas.

En general, una foto macro, sea un hongo o un insecto, puede tomar muchas horas de trabajo, si es que no días, y mucha paciencia, y eso para mí es una actividad meditativa. En la medida que estoy haciendo la foto, me empiezan a surgir un montón de preguntas, por qué esta ave está haciendo esto, por qué su plumaje es de esta manera, por qué sus ojos son de este color, y eso muchas veces me lleva a investigar, y aprender, y ahí se empiezan a responder estas preguntas científicas que mueven gran parte de mi trabajo. Gran parte de mi motivación de la fotografía tiene que ver con la ciencia, con hacer preguntas y buscar respuestas.

En mis fotos se esconden historias que muchas veces no vemos, colores, texturas, eso me parece fascinante, poder revelar y entender ciertas cosas. Cuando uno ve el sombrero del hongo por debajo, hay muchas cosas pasando: hay rugosidades, tonalidades, sombras y luces, hay trasluces, que a uno le hacen imaginarse otras cosas. El mundo macro me transporta a otros mundos, a otras ideas, que aparentemente no se ven, pero cuando uno se concentra, empieza a ver cosas que son maravillosas.

¿Qué le dirías a alguien que quiere empezar a fotografiar la naturaleza de forma profesional?

Después de más de 20 años haciendo fotografías de manera profesional, yo me atrevería a sugerir tres cosas. Antes de empezar a hacer fotos de manera compulsiva y acelerada de todo lo que se mueva, lo más importante es aprender a contemplar. Solo a través de la contemplación uno logra entender lo que ocurre alrededor nuestro, los ecosistemas vivos en los que uno se adentra para empezar a hacer fotos, entender que todo está interrelacionado. Solo de esa manera lograremos entender cuál es el verdadero objetivo de la foto que vamos a hacer, y para eso es muy importante estudiar y planificar la fotografía.

Lo otro que me parece super importante, es tratar de no encasillarse en un solo estilo. Cuando uno empieza a hacer fotos de naturaleza, ojalá poder experimentar y dar rienda suelta a todas las posibilidades que ofrece esta disciplina, y en algún momento uno se va a ir sintiendo más identificado con una técnica u otra, sea paisaje, sea fotografías macro, u otras.

Y como último consejo, no perder nunca el asombro, la capacidad de hacerse preguntas para buscar las respuestas. Creo que todos los fotografos no deberíamos nunca perder ese espíritu que tienen los niños de asombrarnos de todo, con las cosas que ocurren, con las nubes, con las piedrecitas, eso es la clave para que la fotografía tenga un sentido para uno y para quien la observa después.

Te invitamos a descubrir más del trabajo de Cristián CamposMelo en su cuenta de Instagram.