Un mix de arte, naturaleza, filosofía y música fue lo que más disfrutaste en las redes sociales de Onda este 2021. Aquí reunimos tus post favoritos del año, anticipando lo variado y entretenido que se viene el próximo año.

Manuel Villagra: “Cuando ven mis trabajos, las personas se sienten transportadas a su niñez”

En su taller se acumulan todo tipo de miniaturas: bicicletas, animales, instrumentos musicales y hasta ollas a presión. No hay nada que no se pueda recrear en madera y así lo demuestra el artesano chileno Manuel Villagra, quien es oriundo de San Bernardo y desde 2015 se dedica a crear autómatas, es decir, personajes que se mueven.

El primero que construyó fue un guitarrista y lo hizo mirando vídeos en Internet. Luego, él mismo diseñó una mujer tocando violín y a la fecha ha creado incontables figuras que realizan todo tipo de acciones.

Para crear me inspiro en los oficios antiguos o en algunas acciones cotidianas que se han ido perdiendo como, por ejemplo, el lavado en artesa, el tejido a mano o los chinchineros”.

“En general las personas cuando ven mis trabajos me comentan que se sienten transportados a su niñez, cosa que también me doy cuenta al verlos manipular las figuras, porque logro ver en sus rostros las caras de niños o niñas”.

Hoy en día Manuel no solo realiza y vende sus propios autómatas, sino que también los crea a pedido de sus clientes, personas que buscan regalar o atesorar un objeto personalizado, único y original.

Lola Kiepja, la última chamana Selk’nam

Lola murió el invierno de 1966, y con ella desapareció todo testimonio directo de una cultura milenaria, la de un pueblo paleolítico de cazadores-recolectores. Su grupo étnico es generalmente llamado Ona, aunque su verdadero nombre es Selk’nam.

Nació en una vivienda hecha de cuero de guanaco y de niña paseaba por las playas de la Patagonia. De las sobrevivientes de su etnia, ella era de las pocas que vivía como indígena y que creció aprendiendo las tradiciones, ceremonias y cánticos.

Poco antes de su muerte, llegó a Tierra del Fuego la antropóloga Anne Chapman y juntas grabaron cánticos y diálogos selk’nam. Hoy, dichas grabaciones tienen un inmenso valor histórico.

Cuando falleció, se calcula que tenía 90 años y vivía a orillas del Lago Fagnano. Tuvo doce hijos y todos murieron antes que ella, al igual que la gran mayoría de los selk’nam, un pueblo que fue víctima de matanzas y cuya memoria persiste gracias a Lola.

A pesar de las grandes tragedias de su vida, cuando empezaba a cantar o contar algo se movía alegre. Habilidad de sobreponerse a su destino, por decirlo así”, dijo Anne Chapman.

El Gigante de Tarapacá

El Gigante de Tarapacá es un geoglifo que representa al dios Tunupa, creador de ríos y lagos, según la mitología Aymara.

Es sorprendente imaginar que hace 2500 años los pueblos originarios cultivaban sus alimentos en lo que hoy conocemos como el Desierto de Atacama.

En esa época, el río Tarapacá bajaba con fuerza desde el altiplano y regaba los campos de la Pampa Iluga (a 15 km de Huara), que era un importante centro de cultivo y lugar ceremonial.

Desde el único cerro de ese sector, el Cerro Unita, saluda “El Gigante de Tarapacá”, que mide 86 metros de largo y que fue dibujado entre los años 1.000 y 1.400 d.C.

La mitología Aymara cuenta que Tunupa tuvo un viaje acuático, donde con una balsa de totora rompió el lago Titicaca, y fue creando ríos y lagos por los que navegó hasta llegar al mar, donde el Creador desaparece”.

“El viaje de Tunupa une todo el territorio surandino y las grandes cuencas: desde el lago Titicaca hasta el Oceáno Pacífico, y el mito se entrelaza con el territorio, como si fuese un mapa que une acuáticamente el Altiplano y el mar”.

Los misterios detrás de los geoglifos son fascinantes y existen grupos como la Fundación Desierto de Atacama, formada por arqueólogos y personas que investigan, educan y cuidan este patrimonio, que refleja la conexión profunda entre nuestros ancestros y la naturaleza.

Lola Hoffmann: “Las personas que recuerdan sus sueños están en contacto con su mundo interior”

Cuando tenía 46 años, la fisióloga y guía espiritual Lola Hoffmann Lola (Letonia, 1904 – Chile, 1988) tuvo un sueño que cambió su vida y que la llevó a convertirse en psiquiatra, influyendo a toda una generación con sus ideas innovadoras.

Mientras dormía se vió a ella misma en un laboratorio, abriendo a un perro con una gran tenaza. Podía ver el latido del corazón y desde el interior del perro salía una mujer desesperada, era la secretaria de su marido, Margarita Engel.

Lola había estudiado medicina y trabajaba con su marido en el Instituto de Fisiología de la Universidad de Chile. Conocía los descubrimientos de Carl Jung sobre el inconsciente y le dio una lectura a este extraño sueño: tenía que dejar su trabajo en el laboratorio porque estaba matando su inspiración y su ángel.

Entonces Lola estudió psiquiatría y se convirtió en la guía espiritual de grandes sabios como Humberto Maturana, Claudio Naranjo y Francisco Varela, que a su vez guiaron a muchas otras personas.

Según sus descubrimientos, más que un sueño individual es una serie de sueños los que permiten entender su significado. Lola atendió a sus pacientes hasta una semana antes de morir, a los 84 años.

El alma en el mundo entero es la misma y en el fondo, esa alma sabe que no es mortal y que la vida es solo un paso por la materia”.

Los Prisioneros: ¿La banda chilena más grande de la historia?

En un liceo de San Miguel se empezó a escribir la historia de un grupo que rompería todas la barreras.

Jorge, Miguel y Claudio tenían apenas 14 años cuando empezaron a tocar juntos, soñando ser tan grandes como The Beatles.

Se llamaron “Los Pseudopillos” y “Los Vinchukas”, pero la banda quedó como Los Prisioneros, fiel a su estilo rebelde.

Desde su primer disco enloquecieron al público por sus letras irónicas y con crítica social, en una época donde pocos se atrevían a levantar la voz.

Su influencia en la música chilena es enorme y, por eso, muchos piensan que Los Prisioneros son la banda chilena más importante de todos los tiempos.